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Onírico deshabitado (Déjà vu)


Nos visitan en el sueño

nostalgias perentorias

la memoria acuciante

de los elefantes dormidos.

Nos envuelve un vaho dulce

donde todo se detiene.

Veo un campo acariciado

por una tibia brisa;

allí mordisqueamos hebras

tendidos hacia un cielo oportuno.

Allí nos encuentra extraviados

en la liviandad del exilio

el indescifrable color del vértigo.

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